Aquel día, el sermón del Maestro se redujo a una sola y enigmática sentencia.
Se limitó a sonreír con ironía y a decir:
- "Todo lo que yo hago aquí es estar sentado en la orilla y vender agua del río."
Y concluyó su sermón.
Se vende agua del río
Etiquetas: Cuentos
1 comentario:
Mmmm, no lo entendí...
Seguramente mi corazón lo hará en algún momento
Gracias!
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