El diamante

El sannyasi había llegado a las afueras de la aldea y acampó bajo un árbol para pasar la noche. De pronto llegó corriendo hasta él un habitante de la aldea y le dijo:

- “¡La piedra! ¡Dame la piedra preciosa!”

- “¿Qué piedra?”, preguntó el sannyasi.

- “La otra noche se me apreció en sueños el Señor Shiva”, dijo el aldeano, “y me aseguró que si venía al anochecer a las afueras de la aldea, encontraría a un sannyasi que me daría una piedra preciosa que me haría rico para siempre”.

El sannyasi rebuscó en su bolsa y extrajo una piedra. “Probablemente se refería a ésta”, dijo mientras entregaba la piedra al aldeano. “La encontré en un sendero del bosque hace unos seis días. Por supuesto que puedes quedarte con ella.”

El hombre se quedó mirando la piedra con asombro. ¡Era un diamante! Tal vez el mayor diamante del mundo, pues era tan grande como la mano de un hombre.

Tomó el diamante y se marchó. Pasó la noche dando vueltas en la cama, totalmente incapaz de dormir. Al día siguiente, al amanecer, fue a despertar al sannyasi y le dijo:

- “Dame la riqueza que te permite desprenderte con tanta facilidad de este diamante”.

Anthony de Mello

2 comentarios:

pepe dijo...

bonita historia

Unknown dijo...

Me recuerda mi infancia, era una niña cuando me leyeron este cuento por primera vez, recuerdo me fascinaba la forma en que mi hermana leía: “Dame la riqueza que te permite desprenderte con tanta facilidad de este diamante” pero creo que no lo entendí del todo hasta hoy, es decir, yo pensaba en el aldeano como una persona buena, pero estaba buscando la piedra, la pedía a gritos y el sannyasi era tan sumiso y desprendido la entrega, eso es lindo. yo pensaba que el aldeano preguntaba por la forma de desprenderse de la piedra<, pero lo que quería era lo que el hombre poseía, buscaba una riqueza interna que no se puede entregar sin mas, no como un diamante.

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